Qué es el mindfulness: todas las respuestas

“Solo desde la quietud del momento presente y la plena consciencia podremos saber si tiene sentido nuestro movimiento”.

Puede que hayas escuchado hablar bastante acerca de esta práctica amorosa, de tendencia y aun reciente que parece dejar de frecuentar solo los ambientes de meditación, del que no es sinónimo sino que la contiene, para convivir en entornos de oficina y negocios, pero aun te preguntes ¿qué es el Mindfulness? Refiere a un concepto psicológico asociado a técnicas de relajación naturales y concretas que simboliza la búsqueda de la atención completa en el aquí y ahora aceptándolo, potencia la concentración, libera de bloqueos y debilita los trastornos nerviosos. Y, para muchos, trata de un verdadero estilo de vida.

La orientación del Mindfulness

No se trata de una práctica nueva aunque lo parezca debido a su difusión. Más bien, data de más de 2000 años atrás cuando ya las primeras culturas budistas lo utilizaban en sus meditaciones de monjes. En la actualidad sí la vemos más actualizada y accesible a todo aquel que lo quiera intentar.

Sin embargo, con el pasar de los años fue el médico J. Kabat-Zinn en Estados Unidos quién casi a comienzos de los 80 empezó a usar el método Mindfulness como terapia clínica en casos de estrés, entendiendo a su sistema de 2 meses creado, un paliativo cierto de autocontrol en los padecimientos crónicos nerviosos como el estrés y la ansiedad y también el dolor. Luego, más conclusiones neurocientíficas arribaron a la evidencia de que esta técnica aplicada a la vida de todos los días da beneficios enormes en lo físico y mental porque su desarrollo contribuye a regular las conexiones amígdala-corteza prefrontal, capaces de accionar sobre las emociones y juicios.

Así, quienes mejor comprenden la actividad hoy, la retratan con la mirada puesta en la mejora de la calidad de vida y con base científica más allá de la meditación que le sirve de transporte. De esta forma, su fin más particular es el del bienestar por sobre cualquier relación con filosofías o religiones de las que se aleja moldeando la herramienta a unas metas más reales y contrastables. La que tienen que ver con dotar a los practicantes de conocimiento propio para una mejor gestión de lo que les sucede a diario.

La experiencia del mindfulness: conexión personal y nueva consciencia

En la práctica, el mindfulness radica en tomar dimensión del instante presente llevando la atención a las emociones, los pensamientos, las impresiones propias, la respiración y el alrededor, pero sin adjetivarlas. En otras palabras, se trata de no intervenir, solo darle interés buscando influenciar la mejora integral, desistiendo de todo ruido.

Al habituarnos a trabajar en nosotros mismos, nos empezamos a observar desde otro lugar. Es ese espacio que creamos el que nos permite observar lo que sucede alrededor volviéndonos más reflexivos antes de actuar, pensar o sentir por impulso. De esta forma, nos equilibramos llegando a su objetivo de alcanzar un hondo estado de presencia en la sesión.

¿Cómo comenzar a practicarla?

Puede que lo hayas intentado y desistido alguna vez, sin embargo, no es una técnica imposible, solo requiere de constancia como cualquier otra actividad para apreciar frutos valiosos. Todos, mujeres, hombres y niños pueden practicarla más allá de la edad que tengan o sus condiciones.

Hay algunos pasos que benefician su hábito:

Se aconseja iniciar con sesiones que no superen los 10 minutos para ir habituándose y llegar a alcanzar un mínimo de enfoque. Y luego escalar hasta la media hora.

Encontrá el momento más calmo de tu día. Puede ser a primera hora cuando todavía el alrededor no despertó, antes de dormir para ir relajados después de un día intenso, a mitad de tarde para recuperar energía, o cuando más lo sientas.

Lo mejor es hacer el método en un espacio relajado, sin sonidos de afuera o internos, con ropa cómoda y livianos. El jardín también es una elección armoniosa.

La postura preferencial es sentada, con la columna erguida pero sin tensionar. Pero también se puede intentar recostada sobre una superficie plana y cómoda.

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Concéntrate en tu respiración. Esto es, en la manera en la que el aire ingresa por tu nariz hacia los pulmones, llenando de oxígeno el organismo para luego salir, quitando toda toxina y negatividad con él.

Si percibís que la mente se distrae, regresala volviendo la alerta al flujo de aire. En hacerlo cada vez más, se consigue la meta de concebirlo fluidamente.

No evites que los pensamientos o sensaciones lleguen, por el contrario, cuando lo hagan aceptalo y simplemente dejalo pasar. Es decir, conserva una clara condición imparcial de la situación. No es fácil porque, precisamente, llegamos a necesitar de esta práctica por el sinfín de movimiento mental y emocional que traemos. Por eso, en la práctica encontraremos de a poco una mayor gimnasia armonizadora.

Cuando acabes, intentá trasladar esa atención ganada a tus otras actividades muy de a poco pero seguro. Así, estarás sumando mindfulness a tu día a día y mejorando tu sentir y actuar menos reactivo y automático, con muy poco esfuerzo.

Adoptar un instante al día para volver a uno en una época donde cada vez se corre más y se pierde esencia es fundamental. Una experiencia valiosa, económica y versátil que se desea y vuelve la favorita de cada vez más personas en el mundo, creando verdaderas comunidades en torno a la práctica.

Solo en nosotros está el poder de aquietarnos del afuera y alcanzar armonía. Una buena manera de manejar mejor las emociones y despejar la mente del dominante ruido externo en pos de ver nacer bienestar.

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